Pensando en viajar en transporte público a las ciudades al sur de Concepción?, pues aquí hay algunas cosillas a considerar antes de emprender una verdadera aventura cuyo final nunca se sabe.
Es verdad, en el Gran Concepción no tenemos los mega problemas que tienen en Santiago con su transporte público; acá hay tacos y problemas con las máquinas y todo ese bla, bla de siempre, sin embargo el viaje al interior de cada bus es único y lleno de aventuras, algunas mas malas que buenas, las que con el paso de los años han logrado mantenerse (y en muchos casos empeorar).
Antes de subirte a un bus, considera;
Siempre te dirán que hay asientos, cuando en realidad no queda ninguno
Típico, te acercarás tímidamente al bus, con la esperanza de encontrarlo vacío y poder escoger tu asiento. Para cuando ya estes mas cerca escucharás los gritos amorfos de los auxiliares que dicen; "adelante mi dama que le quedan asientos", lo suelen acompañar con un "mire, ta desocupá la maquina" Entonces tu corazón se apretará al saber que los auxiliares respaldan tu teoría. Soltarás una leve sonrisa pues, viajarás sentado.
La situación se volverá crítica a medida que te acerques al bus y notes la gente ya ubicada en sus asientos, observándote. Ignoras que ellos se sienten superiores a ti pues van en el lugar que tu no alcanzaste.
Con una voz casi perdida interpelarás al desgraciado auxiliar, diciéndole; "a donde quedan asientos?". Pero tu desconoces la sabiduría de aquellos hombres que, mientras suben por los peldaños diciéndote "aquí mamita, venga, yo le busco un lugar", o "venga mi caballero,mire vea", serán capaces de preguntar simultáneamente; "algún estudiante a Coronel o Lota que le de el asiento a la señora/caballero?". Pero tendrás tanta mala suerte que no habrán estudiantes y no te quedará otra que viajar de pie.
.
Intentarás mil veces abrir una de las pequeñas ventanas del bus...al cabo de un minuto de lucha, te rendirás
Para cuando inicie el viaje comenzarás a sentir el calor y ese extraño aroma a calzón-calcetín-calzoncillo que abunda en estas máquinas. Pero, estás de pie, afirmado del asiento mas cercano y sosteniendo las bolsas al mismo tiempo, qué puedes hacer? Se te ocurrirá una idea, pensarás; "mmm, voy a abrir esa ventanita" Acto seguido extenderás tu mano con la esperanza de pasar desapercibido y de, sin mayor drama desplazar el cristal.
Sin quererlo te encontrarás en una verdadera cruzada; intentarás con todas tus fuerzas desplazar ese vidrio, pero la cosa no se moverá. Entonces comenzarás a sentirte observado por los afortunados que, desde sus asientos miran la escena con ganas de sangre. Con la ayuda de tus dos manos y casi montado sobre la pobre víctima que está sentada junto a ti en el pasillo, intentarás desesperadamente abrir esa estúpida ventana, que a estas alturas ya es una cuestión de honor.
Cuando la situación ya no de para mas, el misterioso y musculoso hombre que estaba a tu lado, con un suave y casi angelical movimiento intentará abrirla por ti. La abrirá. Pensarás; "buu, por qué no le dije antes?" y si eres hombre te sentirás apocado.
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Se subirán al bus un sin número de artistas; payasos, cantores, vendedores personalizados y hasta gente pidiéndote limosna
Para cuando llegues a la pasarela de San Pedro seguramente ya habrás conocido a los artistas locales, aquellos que nunca tuvieron Rojo y que sin embargo han logrado mantenerse casi como un producto estrella del transporte público del Gran Concepción.
No faltará el vendedor que te ofrezca desde libritos para colorear hasta corta-uñas, billeteras, linternas, martillos, un juego de carpintería y hasta una moto sierra, justo lo que siempre necesitaste para desarrollar al máximo tu potencial y claro, "todo por la módica suma de $1.000". Te sorprenderás cuando escuches la oferta y querrás comprar, pero luego recordarás que la última vez te salió malo un lápiz Faber Castell que compraste en un bus similar y odiarás al vendedor.
Para amenizar la situación probablemente se suba al bus algún payaso, que hallarás tan fome, que despreciarás sus chistes tomados del dvd de Meruane.
Si la suerte te acompaña conocerás a los artistas mas top del trayecto; dos hiphoperos que iniciarán su show de improvisación pidiendo palabras al azar. Pensarás (mientras te haces el tonto mirando en dirección contraria) "ooo, que no me pregunte". Te preguntará. Entonces, luego de darle una palabra tan aberrante como "casa", "bus" o mejor aun; "amor" iniciarán la mas grande de las torturas musicales, la cual te acompañará alrededor de 15 minutos y mas encima, al final, te sentirás obligado a colaborar pensando que si no lo haces podría verse feo. Darás, con el dolor de tu alma, $50.
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El chofer estará una eternidad detenido en algún paradero, mientras espera un pasajero, el que al final nunca llega
En esta altura del viaje será probable que tu humor cambie rotundamente; "no importa, total voy a llegar luego a casa", pensarás. Sin embargo te llamará la atención el eterno minuto y medio que se encuentra detenido el bus en el paradero.
Para cuando el tiempo avance y el calor te agobie, estarás tan desesperado por que parta el bus, que en repetidas ocasiones mirarás por el espejo que está sobre el chofer, con la intención de que te vea enojado e inicie nuevamente el recorrido. No lo hará, pues espera nuevos pasajeros.
Respirarás, tratando de calmarte, mientras piensas que "claro, hay mas gente que necesita viajar y corresponde esperarlos".
En este puntos algunos pasajeros del fondo comenzarán a silvar o a golpear el piso con el pie, con la intención de "despertar" al conductor de ese trance en el que entran cuando esperan nuevos pasajeros.
Cuando ya hayan pasado mas de 4 eternos minutos verás un grupo de personas acercarse al bus; "por fin", dirás en voz alta. Te sorprenderás al ver que siguieron su camino y terminarán subiéndose a otro bus que acababa de llegar.
.
Siempre pondrán la música que mas odias
Como si lo anterior fuese poco, tanto choferes como auxiliares cuentan con el don de la adivinanza; siempre, pero siempre siempre, le atinarán poniendo el tema musical que tu encuentras mas aberrante; el estilo de música que mas odias y el grupo que jamás incluirías en el reproductor de tu celular.
De pronto sonará esa cancioncita inesperada, la que una vez finalizada y pensando que ya te has librado de aquella tortura, se quedará en tu mente, repitiéndose una y otra vez, casi como una autoflagelación, de la que solo puedes ser liberado con el testimonio de la señora que, llamando a Pablito Aguilera, comienza a contarle temas de su vida; "ya no amo mas a mi esposo", "mi hijo se quiere mandar solo", "no tengo plata", "tengo sífilis", etc, etc. Terminarás sorprendiéndote con la respuesta que le dará Pablito: "bueno, ahí usted tiene que ver lo que hace"
.
Seguro que ya has experimentado alguna de estas cosas, pero, habrá faltado algo? Apuesto a que si, siempre sucederán nuevas aventuras a bordo.
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Es verdad, en el Gran Concepción no tenemos los mega problemas que tienen en Santiago con su transporte público; acá hay tacos y problemas con las máquinas y todo ese bla, bla de siempre, sin embargo el viaje al interior de cada bus es único y lleno de aventuras, algunas mas malas que buenas, las que con el paso de los años han logrado mantenerse (y en muchos casos empeorar).
Antes de subirte a un bus, considera;
Siempre te dirán que hay asientos, cuando en realidad no queda ninguno
Típico, te acercarás tímidamente al bus, con la esperanza de encontrarlo vacío y poder escoger tu asiento. Para cuando ya estes mas cerca escucharás los gritos amorfos de los auxiliares que dicen; "adelante mi dama que le quedan asientos", lo suelen acompañar con un "mire, ta desocupá la maquina" Entonces tu corazón se apretará al saber que los auxiliares respaldan tu teoría. Soltarás una leve sonrisa pues, viajarás sentado.
La situación se volverá crítica a medida que te acerques al bus y notes la gente ya ubicada en sus asientos, observándote. Ignoras que ellos se sienten superiores a ti pues van en el lugar que tu no alcanzaste.
Con una voz casi perdida interpelarás al desgraciado auxiliar, diciéndole; "a donde quedan asientos?". Pero tu desconoces la sabiduría de aquellos hombres que, mientras suben por los peldaños diciéndote "aquí mamita, venga, yo le busco un lugar", o "venga mi caballero,mire vea", serán capaces de preguntar simultáneamente; "algún estudiante a Coronel o Lota que le de el asiento a la señora/caballero?". Pero tendrás tanta mala suerte que no habrán estudiantes y no te quedará otra que viajar de pie.
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Intentarás mil veces abrir una de las pequeñas ventanas del bus...al cabo de un minuto de lucha, te rendirás
Para cuando inicie el viaje comenzarás a sentir el calor y ese extraño aroma a calzón-calcetín-calzoncillo que abunda en estas máquinas. Pero, estás de pie, afirmado del asiento mas cercano y sosteniendo las bolsas al mismo tiempo, qué puedes hacer? Se te ocurrirá una idea, pensarás; "mmm, voy a abrir esa ventanita" Acto seguido extenderás tu mano con la esperanza de pasar desapercibido y de, sin mayor drama desplazar el cristal.
Sin quererlo te encontrarás en una verdadera cruzada; intentarás con todas tus fuerzas desplazar ese vidrio, pero la cosa no se moverá. Entonces comenzarás a sentirte observado por los afortunados que, desde sus asientos miran la escena con ganas de sangre. Con la ayuda de tus dos manos y casi montado sobre la pobre víctima que está sentada junto a ti en el pasillo, intentarás desesperadamente abrir esa estúpida ventana, que a estas alturas ya es una cuestión de honor.
Cuando la situación ya no de para mas, el misterioso y musculoso hombre que estaba a tu lado, con un suave y casi angelical movimiento intentará abrirla por ti. La abrirá. Pensarás; "buu, por qué no le dije antes?" y si eres hombre te sentirás apocado.
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Se subirán al bus un sin número de artistas; payasos, cantores, vendedores personalizados y hasta gente pidiéndote limosna
Para cuando llegues a la pasarela de San Pedro seguramente ya habrás conocido a los artistas locales, aquellos que nunca tuvieron Rojo y que sin embargo han logrado mantenerse casi como un producto estrella del transporte público del Gran Concepción.
No faltará el vendedor que te ofrezca desde libritos para colorear hasta corta-uñas, billeteras, linternas, martillos, un juego de carpintería y hasta una moto sierra, justo lo que siempre necesitaste para desarrollar al máximo tu potencial y claro, "todo por la módica suma de $1.000". Te sorprenderás cuando escuches la oferta y querrás comprar, pero luego recordarás que la última vez te salió malo un lápiz Faber Castell que compraste en un bus similar y odiarás al vendedor.
Para amenizar la situación probablemente se suba al bus algún payaso, que hallarás tan fome, que despreciarás sus chistes tomados del dvd de Meruane.
Si la suerte te acompaña conocerás a los artistas mas top del trayecto; dos hiphoperos que iniciarán su show de improvisación pidiendo palabras al azar. Pensarás (mientras te haces el tonto mirando en dirección contraria) "ooo, que no me pregunte". Te preguntará. Entonces, luego de darle una palabra tan aberrante como "casa", "bus" o mejor aun; "amor" iniciarán la mas grande de las torturas musicales, la cual te acompañará alrededor de 15 minutos y mas encima, al final, te sentirás obligado a colaborar pensando que si no lo haces podría verse feo. Darás, con el dolor de tu alma, $50.
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El chofer estará una eternidad detenido en algún paradero, mientras espera un pasajero, el que al final nunca llega
En esta altura del viaje será probable que tu humor cambie rotundamente; "no importa, total voy a llegar luego a casa", pensarás. Sin embargo te llamará la atención el eterno minuto y medio que se encuentra detenido el bus en el paradero.
Para cuando el tiempo avance y el calor te agobie, estarás tan desesperado por que parta el bus, que en repetidas ocasiones mirarás por el espejo que está sobre el chofer, con la intención de que te vea enojado e inicie nuevamente el recorrido. No lo hará, pues espera nuevos pasajeros.
Respirarás, tratando de calmarte, mientras piensas que "claro, hay mas gente que necesita viajar y corresponde esperarlos".
En este puntos algunos pasajeros del fondo comenzarán a silvar o a golpear el piso con el pie, con la intención de "despertar" al conductor de ese trance en el que entran cuando esperan nuevos pasajeros.
Cuando ya hayan pasado mas de 4 eternos minutos verás un grupo de personas acercarse al bus; "por fin", dirás en voz alta. Te sorprenderás al ver que siguieron su camino y terminarán subiéndose a otro bus que acababa de llegar.
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Siempre pondrán la música que mas odias
Como si lo anterior fuese poco, tanto choferes como auxiliares cuentan con el don de la adivinanza; siempre, pero siempre siempre, le atinarán poniendo el tema musical que tu encuentras mas aberrante; el estilo de música que mas odias y el grupo que jamás incluirías en el reproductor de tu celular.
De pronto sonará esa cancioncita inesperada, la que una vez finalizada y pensando que ya te has librado de aquella tortura, se quedará en tu mente, repitiéndose una y otra vez, casi como una autoflagelación, de la que solo puedes ser liberado con el testimonio de la señora que, llamando a Pablito Aguilera, comienza a contarle temas de su vida; "ya no amo mas a mi esposo", "mi hijo se quiere mandar solo", "no tengo plata", "tengo sífilis", etc, etc. Terminarás sorprendiéndote con la respuesta que le dará Pablito: "bueno, ahí usted tiene que ver lo que hace"
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